La bruja del mar
Hace tiempo que Marina no tiene ganas de vivir. Se ha convertido en una persona extremadamente amargada y pesimista. Su actitud obligó al único amigo que aún la toleraba a distanciarse de ella. Ese fue el punto de inflexión en el que Marina se desmoronó por completo. Fue entonces, en medio de esa bruma de tristeza y confusión, que apareció en su vida un personaje extraordinario que será trascendental para su existencia. La incapacidad de Marina para gozar de la belleza del mundo y de ver más allá de su dolor la habían cegado y desconectado de la alegría de vivir. Por eso, se vuelve fundamental para aquel personaje surrealista que la joven retome la conciencia de su cuerpo y sus emociones. De esa forma podría llegar a sanar su espíritu antes de que la pena termine por impactar en su salud física. Sin embargo, Marina se encuentra en un espiral de sufrimiento autoinfligido del que le cuesta salir. La culpa se le ha encarnado en niveles tan profundos como karmáticos. Por eso deberá llegar a la raíz verdadera de ese dolor, para transformarlo y transformarse. Ella recibe el amor de las personas que siempre la amaron. Además, las puertas parecen abrirse en determinado momento, como si una luz de esperanza se abriera camino. Pero, ¿llegará a comprender el proceso de esa sanación antes de que sea demasiado tarde?
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