Los ruidos vienen de la cocina

Los ruidos vienen de la cocina

Nunca se sabe cuán lejos puede llegar una madre, dice Maia Debowicz en esta, su segunda novela. En una primera persona cercana y llena de descripciones vibrantes, y una constelación de personajes adorables (también odiosos, en algunos casos), la narradora descubre el nacimiento de cinco gazapos en su casa, y de esa materia frágil y a la vez superpoderosa se arma para contar el resto. La sensibilidad animal se vuelve un misterio demasiado terrenal en donde se puede buscar respuestas o aniquilar esa certeza de que somos los únicos que nos cuestionamos cosas: el instinto materno, la violencia, el romance, los ataques de celos, incluso la salud mental aparecen como espejos de lo que pasa entre humanos que creen saberlo todo. La cocina como ámbito privado y político se ilumina en este texto porque de ahí vienen los sonidos de la niñez, como un murmullo o una música de fondo, ese lugar donde todo avanza y retrocede en el tiempo.

En Los ruidos vienen de la cocina, Maia Debowicz narra para entender: ¿es su propia vida la que está contando?, ¿es esa su madre, ese su novio?, ¿esos sus conejos? No lo sabremos. Lo que sí sabemos es que una hija puede sobrevivir a una madre inestable y salir triunfante, y eso es mucho más que un descubrimiento, es una respiración que acompaña todo el trayecto.

Flor Monfort, del prólogo

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