Setenta veces siete


Un libro de catecismo, de tapas grises, manoseado y el cabaret, son la influencia que Dalmiro Sáenz eligió para destacar en estos cuentos. El libro de tapas grises le habló de la existencia de Dios pero nunca le hizo sentir su presencia. El cabaret le mostró, en cambio, la ausencia de Dios y en eso, precisamente, le confirmó su existencia. Este libro está dedicado para los que necesitan de la ausencia de Dios para confirmar su existencia, y para los que, como él, tuvieron que golpearlo, azotarlo y clavarlo a la cruz para saber que existía. “Dios es el protagonista de este libro. Pretendo que se lo note. Si no lo he logrado les agradeceré que recuerden que debemos perdonar no siete, sino setenta veces siete y que involucren en este número a los malos escritores”, dijo Dalmiro.
Polémico, multifacético, fue un retratista exquisito de la condición humana, un observador profundo y certero. Setenta veces siete, su primer libro, publicado por primera vez en 1956, confirma que todavía es uno de los escritores más importantes de esta patria equivocada.
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