Tampoco importan los detalles


Cada cuento de este libro viene con un espejo. No necesita grandes hipérboles, ni grandes bromas, ni muertes espeluznantes. Qué hermoso es cuando simplemente los personajes quedan en evidencia, pero conservando, eso sí, lo mejor de todo esto: que toda historia es una historia de fantasmas. Y la más terrible, la que realmente nos puede quitar el sueño, es la del propio espíritu, el fantasma por excelencia, apresado en el cuerpo, liberado en un suspiro, antes de escaparse de casa para fumarse un cigarrillo y volver más tranquilo al engaño provisorio.
Luis Mey
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