Un día


No me va a importar que me pongan en penitencia.
Un día, mi papá no va a poder dejarme sin postre, ni siquiera cuando me haya portado mal. Porque cocinaré los postres yo mismo: voy a ser un pastelero famoso.
Y no me va a importar que mi mamá no me cuente un cuento antes de dormir. Porque un día aprenderé a leer. Voy a entender todas las palabras, hasta las más complicadas como “metamorfosis” y “fantasmagoría”. Ah, y por si queda alguna duda, voy a ser yo el que escriba los libros.
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