La torre del amor

un faro rodeado de un mar de cabellos
Rachilde Traducción: Diego Muzzio Género: novela Origen: Francia Publicación: mayo 2025 Encuadernación: tapa blanda Tamaño: 20 x 14 cm Páginas: 174 páginas En el corazón del océano, donde el viento y las olas dictan las leyes, se alza el faro de Ar-Men, una torre devoradora de hombres. En su interior, Jean Maleux, un joven guardián recién llegado, debe convivir con Mathurin Barnabas, un anciano enclaustrado durante años que ha sido consumido por el rencor y la soledad hasta convertirse en un ser monstruoso. Mientras el faro cruje bajo la furia del mar, entre ambos se despliega un juego de sumisión y resistencia, de poder y deseo, donde la frontera entre lo humano y lo bestial se desdibuja. Publicada en 1899, La torre del amor es una novela feroz y perturbadora que sumerge al lector en un mundo de obsesión, fetichismo y muerte. Rachilde compone aquí una atmósfera opresiva y alucinante en la que el mar —la mer, en francés, omnipresente y voraz— no es solo un escenario, sino un personaje más. Un clásico oscuro y desafiante que empuja los límites de la naturaleza humana. “RACHILDE; SATÁNICA FLOR DE DECADENCIA PICANTEMENTE PERFUMADA, MISTERIOSA Y HECHICERA Y MALA COMO UN PECADO”. Rubén Darío * Sobre la autora Rachilde, seudónimo de Marguerite Eymery, nació el 11 de febrero de 1860 en Château-l’Évêque, Francia. Escritora transgresora y figura clave del decadentismo, desafió las normas de su tiempo con novelas que exploraban el erotismo, la identidad de género y el poder. Entre sus obras más conocidas se encuentran Monsieur Vénus y La Marquise de Sade, en las que desdibujó los límites entre lo masculino y lo femenino, el deseo y la violencia. Su estilo provocador y su rechazo a las convenciones la convirtieron en una de las voces más audaces de la literatura francesa de finales del siglo XIX. Junto a su esposo, Alfred Vallette, dirigió la revista literaria Mercure de France. Falleció el 4 de abril de 1953 en París. * “Comíamos, bebíamos, dándonos cuerda cada mañana como relojes, excelentes mecanismos desde el alba al crepúsculo, y trastornados todas las noches, después de los primeros chorros de fuego del faro. Cumplíamos con nuestro deber de iluminar el mundo… como ciegos. El deber es una manía, la más terrible de las manías, porque confiamos en ella. Imaginas que te salvará”.

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