Poesía, Tango y Sociedad


A partir del momento en que Carlos Gardel graba, en 1917, "Mi noche triste" de Pascual Contursi, resulta imposible no reconocer el valor de los autores que han encerrado en la brevedad de un tango historias que reflejaron la ciudad, la vida y los sentimientos del hombre argentino. Ese rico cancionero popular, es como esos viejos álbumes de fotografía en los que se encierra la historia familiar y que nos permite recrear lo vivido y proyectarnos hacia el futuro. No obstante, desde la aparición del tango canción comenzó a plantearse una controversia que llega hasta nuestros días y que intenta diferenciar la poesía clásica de las letras de tango. La argumentación que busca avalar esta postura afirma que la mayoría de los tangos tienen letras mediocres o malas, que si le quitamos la melodía y las leemos no resisten el calificativo de poesía, que solamente unas pocas podrían superar la imaginaria valla que separa lo valioso de lo prescindible. Si dirigimos nuestra mirada al campo “opuesto” ¿Podemos asegurar que toda la producción poética, o la gran mayoría de la misma son realmente buenas y superan esa imaginaria valla de la que hablamos? Dicho de otro modo: ¿todos los que escriben versos son poetas?, creemos que no. Hay letras de tango buenas, regulares y malas, lo mismo que acontece con la poesía clásica
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