Arquitecturas con palabras


La obra presenta una dinámica donde subyace la arquitectura del autor. En el diseño de cada trazo, Arnaldo transforma las palabras en vuelos de gráficas con sentidos costumbristas en los cuales la ternura y la autenticidad de los personajes y de los lugares dan presencia a la imaginación y a las emociones. Cada ladrillo es parte de una historia que, al vincularse en prosa, construyen muros con ventanas donde Arnaldo nos invita a asomarnos y asombrarnos. El cimiento que cava con pluma literaria, por momentos autobiográfico, nos instala en colores del tiempo como en fotografías donde los grises, el negro y el blanco mutan a arcoíris con palabras que se traducen en imágenes colmadas de sensaciones.
Arnaldo juega. Nos introduce en un mundo ficticio donde fluyen temporalidades, personajes, objetos, detalles y lugares y, ante todo, las leyes que rigen las relaciones entre los elementos constitutivos.
La obra como corpus nos revela la presencia de Arnaldo. Su espíritu creativo reconstruye lo que fuimos y lo que somos, una red de realidades y vivencias que buscan escapar para ser compartidas y queridas.
Arnaldo es un sembrador sin tierra, les da libertad a sus semillas transformadas en cuentos para el disfrute de los lectores.
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