Colección: Cae la noche tropical

ISBN: 978-987-46775-4-9

Páginas: 270

Precio: $900

Sobre la obra

Por Mario Ortíz

Crónicas del Miravalles. El título resulta significativo: nos ubica en las dos coordenadas fundamentales del espacio y el tiempo que permiten atravesar el texto como eje de lectura. “Crónica” proviene del griego “khronos”.  Se trata del tiempo en la sucesión de acontecimientos, y de un modo más específico, es su relato en su despliegue a través de los días, meses, años. Enlaza en un solo nudo el tiempo y el lenguaje de la narración, de allí que la crónica esté en la raíz misma de las antiguas  epopeyas, luego la Historia como disciplina y más tarde y el periodismo.  La novela de Pablo se construye, efectivamente, como una sucesión de fragmentos relativamente breves, escenas y microrrelatos que dan cuenta de un conjunto de historias, de personajes y ambientes, pero de manera nunca distante y objetiva sino más bien filtrados por la subjetividad y los afectos del narrador en primera persona que a veces se desdobla en una tercera. Las crónicas de los encuentros crónicos entre un grupo de amigos en un bar.

El Miravalles es el lugar donde se circulan y condensan los fragmentos narrativos, las historias de amores y separaciones, pequeñas crónicas de enfermedades cotidianas, discusiones políticas y futboleras.  O mejor aún, el Miravalles es el vértice de una zona de Bahía Blanca marcada por cierto carácter ana-crónico. Es un bar muy tradicional de Bahía Blanca, de esos que parecen extraídos de una postal tanguera como Cafetín de Buenos Aires. De hecho, se dice que allí estuvo Gardel cuando visitó nuestra ciudad. Está ubicado en un sector de antiguos cambalaches y enfrente de la estación de ferrocarril que hoy es casi un resto arqueológico, lo que quedó de políticas de desguace.

Sin embargo, se me ocurre que precisamente es en ese carácter anacrónico donde el texto habilita una lectura hacia el momento sin-crónico de nuestro presente, y diría más: una lectura política. Hacia el final de la novela, el protagonista afirma: “Esta es la mesa de un bar, perdido en la pampa húmeda, de un país sureño gobernado por injustos y liberales. Esta es la mesa que hoy, en silencio, se emborracha con grapa. Somos tres hombres muertos de amor…”. El  bar es el origen de un texto amoroso, donde un poeta encuentra dos viejos que se transforman en sus amigos, en sus confidentes, maestros y, en una palabra, en su familia. El Miravalles es el verdadero protagonista que nos trae de nuevo algo esencial: el valor de los lazos directos, la sociabilidad y el afecto en estos tiempos neo-neo-liberales de individualismo, meritocracia y miedo, en los que el microfascismo asoma su rostro de gárgola.