Curabichera


Si los chinos comen perro, nosotros comemos perro. Después me mostró qué partes servían y qué partes podíamos tirar a los juncos, porque con los juncos, me dijo, también hay que tener buena voluntad.
El Tano creció en dos lados: con sus padres, bajo la curva de la General Paz cuando se transforma en la Panamericana, donde la polución invisibiliza a quienes viven ahí, y en Villa Rosa, en el campo, cuando todavía no era nada, puro yuyo, serpientes y pantanos secretos, donde lo crió su abuela. Tras la muerte de sus padres y de su abuela, el Tano vuelve al barrio, al Triángulo de las Bermudas de esa curva. Allí, ciertos amigos de la infancia lo involucran en esa asociación ilícita que desarrollan en una cofradía perfecta. Él los quiere aunque hará todo lo posible para que no se le acerquen. Ellos no entenderán que el Tano, si se aleja, lo hace por el bien de ellos, por algo que lo persigue y lo arruina todo.
Luis Mey es un provocador. Nos presenta un personaje sufrido por el abandono y la frialdad de su familia que interactúa con su abuelita. Luego, lejos de transformarlo en un ser débil, hace crecer a Martiniano, el Tano, en sensibilidad y en oscuridad de igual manera.
En esta novela feroz, por momentos cruenta, aunque poderosa, Luis Mey delata, sin querer hacerlo, a todo escritor que puede seducir por su escritura pero que se gana la pasión de quien lee cuando construye una historia que exhibe, como en una estantería, los aspectos humanos más nobles e innobles que todos llevamos dentro.
Novedades en Editoriales Libro%
La vida, la novela y el amor
La novela es un amor a primera vista entre algo que nos llamó la atención hace dos...
Tiempo de hablar y escuchar
La palabra nace antes que nosotros. Nos antecede y nos acompaña, pero no basta con...
Una película es todo el cine
Los amantes, dice John Berger, plantean una tregua frente al dolor del mundo....
Raúl
Abrir la puerta para salir a jugar. ¿Se acuerdan de cuando éramos chicos? Hacerse...