“En 1912, Leonor Allende, publicó su segunda novela: Don Juan Ramón Zevallos. Se trata de un relato ubicado en la Córdoba virreinal de fines del siglo XVIII. Se diferencia del resto de su obra en que aúna a la temática histórica un intento lingüístico por incorporar modos arcaizantes que remitan a la época en que se desarrollan las acciones .
En el actual 2021 esta novela propone algunas cuestiones interpelantes, a partir de una lectura situada que considera su posicionamiento entre las producciones literarias de las primeras décadas del siglo XX .
Don Juan Ramón Zeballos es un invasor que se apodera y destruye vidas femeninas, en consonancia con las “hazañas” de sus antepasados, en una genealogía donde se destacan antes las conquistas amorosas que sus hazañas guerreras. Los “fieros corazones de leo-nes” de los Montenegro parecen fundar su superioridad en victorias de alcoba antes que en servicios al reino.
El varón poderoso y extranjero arriba a su territorio de predación, destruye y parte sin honor y sin remordimiento, como “alma empujada por el furioso viento del infierno. Ha destruido, irrumpió en la calma provinciana a la manera de un huracán que en poco tiempo arrasa a voluntad, con toda la fuerza de la destrucción.”
 Cecilia Corona Martínez

Leonor Allende*

Nacida  en Córdoba, en 1883, hija de Delfina Tocaimasa y de Pedro Allende.
En 1907 publica su primera novela Flavio Solari. 
En 1910 conoce a Guido Buffo
En 1912 edita su segunda obra, Don Juan Ramón Zeballos.
En 1916 concluye la tragedia en cuatro jornadas titulada El nobilísimo señor de Ollantaytambo, príncipe de Chimu, y su amor , inédita.
En 1917 nace su única hija, Eleonora Vendramina.
En 1923 escribe La llama, novela inédita.
En 1926 finaliza la novela El misterio de Ur, publicada en 1946.
En 1930 escribe El libro de los cielos, publicada en 1946.
Fallece en 1931.
Fue considerada la primera periodista actuante en Córdoba; escritora y crítica de arte que colaboró para las revistas “Plus Ultra”, “Caras y Caretas” y “Riel y Fomento”, de Buenos Aires. Colaboró además para los periódicos “La Nación”, “La libertad”, “La voz del Interior”.
Investigó las leyendas y culturas precolombinas de cuyo estudio se rescata la monografía “Arquitectura maya”