Estos cuentos narran aventuras mínimas en las que los personajes persiguen torpemente un deseo, esas “grandes ligas” a las que alude el título, y que pueden significar una u otra cosa, pero en el fondo significan lo mismo: la necesidad un poco irracional de pertenecer, a cualquier costo, a eso que llamamos sociedad. En el camino, se diseccionan sus pequeñas miserias, expuestas sin pudor sobre la página. Hay dos tradiciones en el libro, una realista (historias de personajes insatisfechos con sus familias, de familias destrozadas, de personajes expulsados de la familia que se arrastran para volver, en un ciclo infinito) y una fantástica, kafkiana, en la que un mundo extraño es narrado con naturalidad, y nos pone a nosotros, sus agradecidos lectores, en el lugar de la excepción. Los cuentos realistas son narrados en clave absurda, en el lugar en el que la realidad deja de ser tal; los fantásticos, acompañados de referencias históricas, de marcas, de consumos culturales no siempre irónicos, preparan el terreno para la introducción de lo sobrenatural. En ese juego se condensa la apuesta de su narrativa, fresca y a la vez emotiva y peligrosa. Pocas veces un primer libro demuestra a un autor en pleno uso de sus facultades, conjugando en sus cuentos música, sentido del humor, astucia verbal y amor por lo trivial.

Luciano Lamberti