EVANESCENCIA de Favio Alvarenga


Con ojos de alegría al estar por jugar el partido de sus vidas, y con cara de asustados, los chicos escuchan la última arenga del entrenador: -¡Tranquilos, miren esta gente eufórica no están por ustedes! Sus familias están en sus casas. Así que esta gente no espera nada. ¡Jueguen como si estuvieran en el patio de la escuela, porque tal vez nunca más tendrán otra oportunidad, así que aprovechen este hermoso momento! ¡Vamos a la cancha y a dejar todo!
Treinta años después Fredy recordaba estas palabras de su entrenador.
Estas palabras simples los marcaron a fuego a estos chicos y a mí también. En ese momento yo estaba como espectador.
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