Carlos Hairabedian es hijo de sobrevivientes del genocidio armenio. Las calles de la ciudad fueron su escuela y su territorio liberado. La Universidad fue la puerta de ingreso a un mundo que parió la militancia y la política como vectores de vida. El periodismo desde siempre y el ejercicio del Derecho del lado de los más perversos de la condición humana. Los asesinos y ladrones son sus principales clientes. Hoy, él mismo se reivindica con la defensa de militantes armados de la izquierda de los ‘70, su condición de juez durante el gobierno de Obregón Cano, los atentados de la Triple A contra su cuerpo, la cárcel como espacio en donde la vida encontró sentido y una vez más la militancia con el retorno de la democracia. Todo en una sucesión de verdades afiladas y ficciones verdaderas.

Ningún panegírico, muchos menos endiosamiento o idolatría. Él, contando historias de super héroes; yo, escribiendo asuntos en los que no creo, los lectores pasando páginas hasta que llegue lo creíble. Hay lugar para el disenso, para el cuestionamiento, para la discusión: ¿Por qué Menem?, ¿por qué siempre la defensa de los peores de la sociedad? 

Hay, en Carlos Hairabedian, un refugio oral que, supe apenas me propuso escribir este libro, era preciso resguardar. Porque su historia personal condensa buena parte de los últimos 70 años de la vida de Córdoba: un camino que inicia entre migrantes pobres y masacrados y que culmina en el abogado exitoso que la gente reconoce en la calle. Pero esta historia trasciende todo principio. Y todo final.