Un Dios ausente que inquieta y provoca. ¿Por qué cada vez más personas “no pueden” creer en Dios, incluso cuando lo desearían?, de Enrique Cambón

Un Dios ausente que inquieta y provoca. ¿Por qué cada vez más personas “no pueden” creer en Dios, incluso cuando lo desearían?, de Enrique Cambón

Si Dios existe, ¿por qué no se hace presente de manera tangible, por qué no actúa e interviene de forma eficaz y evidente para suscitar cuanto de positivo desea promover en la humanidad? Esta pregunta contiene en sí una búsqueda de Dios genuina y fecunda, sea que provenga de una convicción atea, agnóstica o creyente, o bien de quienes “no consiguen” creer en Dios aun cuando lo desearían ardientemente. Es un clamor que se expresa, explícitamente o en lo más íntimo de muchos, como un reclamo por momentos dramático: “Dios, ¿por qué no me das la fe que tanto deseo?”. ¿A qué se deberá esta “ausencia de Dios” que inquieta y provoca a creyentes y no creyentes? ¿Por qué Dios se presenta de tal manera que una multitud de seres humanos pueden pensar con total sinceridad y honestidad que no existe? ¿Qué podrá significar al respecto la frase de Simone Weil, audaz e intrigante: “Dios sólo puede estar presente en la creación en forma de ausencia. La ausencia de Dios es el testimonio más maravilloso del amor perfecto”? El ateísmo, aún el más instintivo, tiene una implícita racionalidad y contiene una justificación que merecen ser desentrañadas y exigen una respuesta adecuada. ¿Qué explicaciones y qué imagen de Dios es posible presentar que respondan lo más adecuadamente posible a esas interpelaciones?

 

Novedades en Editoriales Libro%

La vida, la novela y el amor

La novela es un amor a primera vista entre algo que nos llamó la atención hace dos...

Tiempo de hablar y escuchar

La palabra nace antes que nosotros. Nos antecede y nos acompaña, pero no basta con...

Una película es todo el cine

Los amantes, dice John Berger, plantean una tregua frente al dolor del mundo....

Raúl

Abrir la puerta para salir a jugar. ¿Se acuerdan de cuando éramos chicos? Hacerse...