#ficción #novelaliteraria

Bien: qué adverbio encubridor. Sirve de respuesta para salir del paso y alcanza para cumplir con las fórmulas de cortesía. La narradora de esta novela le dice siempre a su madre que le fue bien, bien y punto, a otra cosa. Pero Cecilia Aslan nos ofrece un lugar privilegiado: leemos la cara B de ese “bien” y nos volvemos sus cómplices, asistimos a la interioridad de la protagonista, la acompañamos, podemos escuchar cómo repercuten en ella las experiencias que vive, sabemos qué le pasó y qué desea.

"La inocencia es una novela lasciva y grotesca, llena de pestes y literatura. Transcurre en el barrio de Pocitos, donde el protagonista vive encerrado en su departamento, desde el que odia a todos, a su familia, a los vecinos y por supuesto a sí mismo, a través de pesadillas, monstrificaciones y fantasías ponzoñosas. El de Polleri es un imaginario iracundo, lleno de humor y con una prosa avasallante, que lo convierte en el más feroz heredero de Mario Levrero."

Jinbocho, Tokio

El barrio de las librerías y de las editoriales, paraíso de los lectores. Un rincón tranquilo y ajeno al tiempo, a pocos pasos del metro y de grandes edificios modernos. Filas y filas de escaparates llenos de libros, nuevos o de segunda mano.

Nueva York se está escapando del alcance de Cleo. Sí, se pasa más de una noche a la semana en distintas fiestas, pero no conoce a nadie. Su visado de estudiante está a punto de expirar, y ni siquiera tiene dinero para comprar tabaco. Pero entonces conoce a Frank. Veinte años mayor que ella, la vida de Frank está llena del éxito y los excesos de los que la vida de Cleo carece. Él le ofrece la posibilidad de ser feliz, la libertad para pintar y la oportunidad de pedir un permiso de residencia.

Simón no se termina de acostumbrar a Buenos Aires. Trabaja como psicólogo acompañando a adolescentes internados en diferentes hospitales de la ciudad. Su novia lo dejó, su perro está deprimido, no puede parar de tomar. En vez de llorar, transpira. Simón no habla...
Habrá que bucear -o ahogarse- en la infancia y en los amigos perdidos para encontrar, quizás en el fondo, las razones de tanto silencio y tanta sed.