grotesco

Einstein en un quilombo de Ariel Magnus

El 24 de marzo de 1925 Albert Einstein llega a Buenos Aires. Es una celebridad mundial. Había alumbrado la teoría de la relatividad, ganado el Premio Nobel de Física, alterado el destino de la ciencia, la forma de pensar la realidad. Quizás nadie tuviera, en ese momento, tantos honores juntos. Como es normal, la expectativa es inmensa, el país le abre sus puertas. La historia registra reuniones con políticos, conferencias, ágapes, desayunos, y un sinfín de figurantes que buscaban cercanía, y en la medida de lo posible, aparecer en las fotos.

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