El caos de Rodolfo Wilcock

Desde el tenue aviso con que Wilcock le advierte en dedicatoria privada a Silvina Ocampo (“este libro en tan raro castellano”) hasta el adverso milagro de su recepción en 1974, cuando se publica la primera vez, El caos es uno de los referentes más importantes y vivos de la narrativa argentina, como El juguete rabioso, La invención de Morel y Ficciones. A eso contribuye su condición de libro de cuentos inestable. Todo en El caos permanece en estado de transformación: los personajes, las tramas, las escenas, las situaciones y, sobre todo, la lengua.

El cocinero de Harry Kressing

En el pueblo de Cobb, un gran castillo llamado la Prominencia se eleva nebuloso y fantasmal sobre una de las colinas más altas. La tradición cuenta que dos familias, los Hill y los Vale, deben unirse en matrimonio para que sus puertas vuelvan a abrirse… Con dos metros de altura, vestido de negro y montado en una bicicleta, el cocinero llega al pueblo. Se llama Conrad, va a emplearse en la mansión de los Hill. Lleva su extraordinaria colección de recetas, un cuchillo de trinchar y su talento persuasivo.

Desayuno de campeones de Kurt Vonnegut

Desayuno de campeones es la novela más personal, satírica y disparatada del incomparable Kurt Vonnegut. Una suerte de historia abreviada del siglo XX estadounidense en particular y de la humanidad en general, contada (e ilustrada) para niños o extraterrestres por un loco, que bien podría ser el Creador del Universo. La publicó originalmente en 1973, cuando ya era un escritor consagrado, y narra en un juego de cajas chinas el encuentro entre un grupo de personajes tan estrafalarios como entrañables con el escritor que los inventó.

Dios lo bendiga señor Rosewater de Kurt Vonnegut

Eliot Rosewater vive atormentado por un extraño cargo de conciencia: ha recibido una fabulosa herencia que cree no merecer. Para aliviar la culpa, bebe mucho whisky y cerveza, lee a Kilgore Trout, colabora con los bomberos voluntarios y preside una fundación que ayuda a los ciudadanos inútiles, desamparados y feos. Tiene a la pobreza como su gran vocación, se considera a sí mismo un artista y gasta el dinero en obras filantrópicas por completo ridículas. Sus actos de caridad resultan tan descabellados que es llevado a juicio para ser declarado loco.

La abadesa de Crewe de Muriel Spark

La abadesa de Crewe ocurre como un cuento de hadas exasperado, rica en circunstancias y detalles que gravitan en el lugar en que el título nos sitúa, entre religiosas que desplazan casi involuntariamente el conflicto y lo conducen, con cierta parsimonia dolorosa, de la pleitesía al agravio. Con una virtuosa precognición, la autora coloca en la novela un sistema de mensajes interno que socava rápidamente la información, la magnetiza con un método que tiene al mismo tiempo algo de político y algo de maléfico.

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