No me verás volver

Evitando la sordidez normalizada con que la prensa informa casi a diario el asesinato de las mujeres, los relatos asordinados de No me verás volver deben reconstruirse siguiendo fragmentarios y caóticos indicios, hallazgos perceptivos y asociativos que parecen penetrar el tiempo y la materia. Su lectura nos recuerda que la literatura es, entre otras cosas, un modo de conocer. (Diego Colomba)

De tanto quemarse al sol

Las voces de niños o animales que narran las historias están hechas de deseo. De ahí, tal vez, que la brutal decadencia del mundo representado, para felicidad del lector, sea atravesada por un asombro que evade la queja o la sanción moral. ¿Sería posible regresar a la experiencia de la infancia, apoyada en la autoridad de los relatos, para intuir la presencia de una semilla que espera germinar en el futuro? Estos cuentos de Diego Colomba nos contagian esa convicción.

La velocidad es mi escuela

El modo en el que Moli Luna nombra este libro es pura verdad: 'La velocidad es mi escuela' es un volumen de relatos que parecen escritos con una navaja entre los dientes, una especie de pedagogía con urgencia de mostrar y una capacidad para construir voces tan, pero tan atractivas. (Julián López).

Baldías

Alrededor de los cuerpos de mujeres que aparecen calcinados en un baldío, se anclan las voces que construyen esta novela: dan cuenta de la indiferencia de una sociedad que, al naturalizar el maltrato y la violencia, se convierte en terreno fértil para la impunidad de los femicidas. 

Yo bastardo: Derek Walcott, literatura y decolonialidad

La poesía es más que el tema de este libro, es su esencia y el tejido de esos hilos que amorosamente la autora entrelaza con su admirada búsqueda de comprender cómo se puede escribir desde la permanente asunción del conflicto, de lo heterogéneo, de la alteridad constitutiva, de esta vida inestable que nos lleva a buscar de forma incesante el equilibrio imposible de una balsa, surcando un mar en el que podemos ver los cadáveres apilados en el fondo y, sin embargo, celebrar la belleza del agua, la indescriptible sensación de navegar. (Sonia Tessa)

La soberana idiotez

El infinito es un peso terrible y por eso, cualquier cosa que se parezca a la idiotez soberana es el origen de una pregunta que cuestiona ese peso. A artificio, artificio y medio, dice la poeta. Carolina Musa escribe una obra cuya soberanía está en la voz prosaica y segura que desordena. ordena, pone a pesar y quizás iguala la mugre y la belleza de este mundo. (Analía Giordanino)

El sótano de san telmo

En los años de la dictadura, había un sótano en el que se juntaban las lesbianas, hacían reuniones y planificaban actividades… El dato quedo flotando en el aire como un espeso rumor a la espera de su definitiva confirmación. Este libro es un viaje a la resistencia, a la conformación de entramados de vida y sobrevida, de construcción de identidades y de desafíos al futuro. 

Ficciones lesbianas

Luego de cartografiar los puntos ciegos, las horadaciones por donde se abren paso las voces lesbianas, el libro va armando ese cuerpo literario que da cabida a los cuerpos otros, para ver qué narrativas se crean o se sostienen desde ese lugar de enunciación. Allí lo que interesa es poner en contacto los rozamientos entre poder, erotismo y usos del lenguaje. Presta atención a quién habla, cómo habla y cuándo habla. Voces que se modulan como secreto, en realidad colocan en un primer plano sonoro ese secreto a voces.

Cuerpos sin patrones

Escribir sobre gordura, compartir esos saberes críticos que ponen continuamente en jaque el imperio de la norma. Interrumpir el juicio y desmentir la impasibilidad de la condena, es arremeter contra un mundo que busca eliminarnos sin dejar rastros. La politización escritural de los cuerpos gordos desafía así el estado “natural” de las cosas, allí donde las únicas marcas posibles parecieran ser el registro vigilante de las calorías consumidas entre el desayuno y la última colación a la noche.

Bisexualidades feministas.

Bisexualidades feministas afirma y celebra la identidad bisexual como potencia política y activismo identitario. Es un punto de encuentro con una multiplicidad de voces que habilitan y acompañan una construcción propia, íntima, y eso sin exagerar, le puede salvar la vida (sexual) a más de una joven y no tan joven. Porque le pone nombre a las identidades eróticas y amorosas más allá de la trama heterosexual, cis y monosexista de la sociedad patriarcal. Asumirse bisexual para quienes llegan a los veinte años hoy es mucho más pensable que hace una década.

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